¿Cuáles crees que son las fuentes del sufrimiento, querid@ amig@?
En este artículo te voy a contar cuales son esas aflicciones causantes del dolor en las personas. Personas como tú y como yo. Pero atención, vamos a utilizar palabras que pueden dar a entender una cosa, pero significan otra. Te voy a ir explicando una a una. Con cariño. Con ejemplos de esos que te harán entender las cosas un poco mejor. Ahora verás.
Lista de contenido
1. La ignorancia
No se refiere a una ignorancia basada en la falta de conocimiento. Si no en la ignorancia de la universalidad del Ser.
No es sencillo comprender esto. Requiere digerirlo, repensarlo y sobre todo sentirlo.
Pero, “¿cómo puedo sentirlo? ¿Cómo puedo dejar de ser un auténtico ignorante?” Ojalá la respuesta se pudiese sintetizar en unas pocas líneas… ¡Bueno va!, voy a intentarlo con una historia de las que tanto nos gustan.
Conchita y la Ignorancia
Vamos a pensar primero en una persona, que se supone que no es ignorante, en términos de lo que la gente entiende por no ser un ignorante. Vamos a intentar visualizar a esa persona. A mí me apetece imaginarme a una mujer, con gafas, pelo corto y ropa casual. Le voy poner un nombre. Se va a llamar Conchita. Conchita sabe mucho de todo. Ha leído muuuuchos libros de todo tipo. Puedes quedar con ella, tomar una cerveza y hablar de política, de viajes, de ciencia, de que si hay pingüinos que no viven en el Polo Norte, y de Platón y Nietzche. Se ha leído la trilogía de Yuval Noah Harari, entre otras muchas. Encima está suscrita a la revista de National Geographic. Pero no solo eso. También escucha Radio 3 y tiene una gran cultura musical. Vamos una crack.
Okey. Hasta ahora todo bien.
Ahora, volviendo al sufrimiento y esas cosas cotidianas.
¿De qué le sirve a esta super intelectual mujer, todo ese conocimiento?
Puede lucirse en conversaciones de amigos. Puede aspirar a ser bloguera de su temática preferida. También podría encontrar un trabajo de divulgación periodística, o simplemente le da placer sentir que sabe tanto. El conocimiento le atrae y quiere más y más.
Pero, ¿todo ese conocimiento, le va hacer entender el sufrimiento, aceptarlo y aprender a vivir en paz con él? Me da que no. O igual sí y me equivoco. Pero me da que no.
Entonces, ¿qué conocimiento es el que realmente te puede liberar de esa incomprensión?
En este caso, la respuesta no es fácil de digerir. Es la comprensión de lo Universal, lo que te va a ayudar a disipar el sufrimiento, entendiendo que tú realmente no eres tu cuerpo, ni todo lo que es sujeto de ser descrito por las palabras. Tú eres algo mucho más grande que todo esto. Y eso requiere práctica, requiere tiempo.
¿Qué sientes ahora? Estarás diciendo. “Vaya con Tono. Todo este rollo para decirme que la ignorancia real, no tiene nada que ver con el conocimiento de cosas “de a pie”. Si no más bien con la falta de conocimiento de algo que es Eterno, pero que tampoco me explica con palabras”.
Efectivamente. Estoy plantando una semilla. Si tú quieres que crezca de forma práctica, a través del Yoga podrás entender de qué va esto. Lo podrás sentir y por ello te recomiendo probarlo. Poco a poco. Paso a paso. ¿Hay otras vías? Pues claro. Yo hablo de lo que conozco.
2. El egoísmo
Cierra los ojos. Piensa un momento, ¿qué es ser egoísta para tí?
Una persona que solo piensa en su propio culo. No hace nada por los demás. Todas sus acciones van enfocadas a satisfacer sus propios deseos.
El egoísta dice: “hago esto por los demás”. Pero en realidad lo hacen para satisfacer una necesidad suya.
Uf, espera.
Me he sentido identificado con esto. Lo cierto es que soy egoísta en muchas ocasiones. Creo que la gran gran mayoría es egoísta en algún sentido. Ni bueno, ni malo. Pero parece que es un hecho. Ese egoísmo es innato en todos los seres. Bueno, de innato nada. Ese egoísmo lo hemos absorbido a lo largo de nuestras vidas y a través de la herencia.
Y ahora es cuando vengo a desmoronar o mejor dicho ampliar el sentido de la palabra egoísmo en términos yóguicos.
El egoísmo es identificarnos con nuestro cuerpo, con nuestra mente. Es decir, tengo ojos, y estoy viendo. El que mira a través de mis ojos soy yo, y nadie más que yo. Esto es el egoísmo. Creer que tú eres el que haces. El que miras, el que llora, el que ríe, el que actúa, el que decides. Que eres tú el que se está identificando con el resultado de sus acciones y también con sus pensamientos.
Jajajaja…Me estoy riendo. ¿Sabes porqué? Porque si alguien me hubiese dicho esto mismo hace algún tiempo, diría “este está majara”. Y ahora lo estoy expresando a través de mis palabras. Seguramente tú estarás pensando por dentro “este está majara”. Y me dan ganas de reír.
En fin, yo sigo. El que quiera seguir, que siga. El que no quiera seguir, también bien.
Aquí surgen dos cuestiones más.
La primera. ¿Si yo no actúo, quién está actuando?
Te voy a ser muy sincero aquí. A mí todavía me cuesta interiorizar este punto. Es normal. Es un proceso el llegar a comprender esto que te cuento. Pero lo intento. Sé que esto del yoga es un estudio muy profundo de lo Universal y quiero aprenderlo y transmitirlo.
La respuesta.
Nosotros no somos los que actuamos. Quien actúa es Prakriti, es decir, La Naturaleza. No pienses en un Dios al uso, como lo entendemos casi todos en nuestra cultura. No somos los dueños de nuestro propio destino. No somos dueños realmente de nada. Somos un mero instrumento de la energía universal o Naturaleza.
La segunda cuestión es, ¿cómo puedo hacer para dejar ser un egoísta?
Si queréis saber algo más de esto, el Karma yoga es la herramienta. En el yoga se le llama así, y en otras filosofías de otra forma. Realmente el nombre es lo de menos. Lo que cuenta es que se ejecute lo que significa, para empezar a purificarnos por dentro.
¿Y qué significa?
Practicar el Karma Yoga supone dar sin esperar nada a cambio, deseando únicamente el bien de los demás. Y esto debería enseñarse en los colegios. Y debería enseñarse en casa. Si todos practicásemos más Karma Yoga, existirían más corazones purificados y el mundo sería mejor. Estoy Seguro.
3. La atracción y la aversión
Estamos constantemente deseando lograr cosas (atracción) y después dejando de desearlas (aversión) para desear otras nuevas (atracción) y dejar después de desearlas (aversión), y una detrás de la otra.
Vamos a poner un ejemplo, para que todos nos entendamos mejor. Te voy a contar otra historia.
Joselito con su atracción y aversión
Ahora nuestro “avatar” va a ser un hombre de 33 años. ¿Le ponemos un nombre? Venga, Joselito.
Joselito es una persona con una vida estable. Un trabajo que le reporta ingresos mensuales suficientes como para vivir holgadamente y ahorrar un poquito.
Un día a Joselito, le da por tocar el piano. Le gusta el romanticismo de un buen pianista. Se emociona cuando lo oye y quiere aprender a tocarlo. ¿Porqué? Esto es muy relativo. Dejémoslo en que quiere aprender a tocarlo.
Cuando a Joselito le llega un piano nuevo que ha comprado con lo que se supone serían los ahorros del mes, se emociona. Se siente un afortunado. Foto y a comunicarlo por WhatsApp a sus amigos y a sus followers a través de las redes sociales.
Joselito empieza a tocar el piano. Está super motivado. Incluso decide comprarse un curso online de un maestro del piano, que le promete que en 30 días ya estará tocando la base de la canción “Time” de Hans Zimmer. La inversión merecerá la pena.
Nuestro querido Joselito, empieza a tocar. Avanza un poco. Okey. Todo en orden. Se ha propuesto tocar 2 horas cada día antes de la cena. La primera semana va bien. La segunda también. La tercera siente un poco de frustración. “No estoy consiguiendo avanzar tan rápido como yo pensaba.” Llega el lunes de la cuarta semana y decide que no va a tocar finalmente, porque le ha llamado un amigo para tomar una cerveza.
Y se va a por esa cerveza bien fresca. Y cuando está con su querido amigo, este le dice que ha descubierto algo increíble. “Cuéntame, cuéntame”. El amigo de Joselito le cuenta. “El otro día me fui de viaje con mi novia al norte y probé el surf. Fué increíble. Cuando sales del agua te sientes renovado. Relajado. Nunca había sentido algo así. Tienes que probarlo, encima vives cerca del mar y seguro que puedes practicar con regularidad”, le dijo el querido amigo a Joselito.
Cuando Joselito llegó a casa, entró en internet y empezó a leer sobre el surf. Incluso se vio la mítica película de “The Endless Summer”.
Al día siguiente, Joselito se supone que debía tocar el piano. Había hecho una gran inversión en él. Pero ya no estaba tan motivado. Costaba mucho avanzar. Ahora le interesaba el surf. Joselito tenía una novia que le dijo “Siempre igual Joselito, hoy te da por el piano y mañana por el surf. Nunca terminas haciendo nada bien”.
Podría seguir la historia, pero creo que en este punto se entiende el mensaje. ¿No?.
Como Joselito, la gran mayoría. Hoy el surf, mañana el yoga, pasado el piano, al otro la guitarra. Pero terminamos abandonando. Atracción y aversión. Una de las causas del sufrimiento más cotidiana.
Concluyendo
Ahora me preguntarás. “¿Cómo podemos cortar con esto?”
Me lo estás poniendo muy complicado, pero lo voy a intentar. Brevemente.
La respuesta: Encontrando la satisfacción en la práctica de evitar esta rueda de atracción y aversión.
Breve y conciso.
¿Quieres un ejemplo práctico? Te lo doy.
Pongamos que has leído, o que alquien te ha dicho, que la meditación es buena. Pero que cuesta mucho. Que te enfrentas a tu mayor enemigo. A tí mismo. Tu empiezas probando.
Y decides introducirte en la meditación. Pero cuesta. Y siempre aparecen objeciones para no meditar. Pero tú te has comprometido a hacerlo. Además has leído que es bueno. Y sigues meditando. Y empiezas a dejar de sucumbir a ese juego de la atracción y la aversión. Tú sigues meditando. Y muchas veces no te apetece. Y tus amigos te han dicho que en lugar de meditar puede probar con otras cosas. Pero tú no sucumbes. Y en ello encuentras el contento. En vencer esa rueda. ¿Me entiendes?
Esto lo podemos aplicar con cada cosa.
4. El miedo a la muerte
La última y quizás más poderosa de las aflicciones que vamos a tratar hoy.
Yo tengo miedo a la muerte. ¿Te digo cómo lo sé?
Cuando he estado en una situación de peligro he sentido miedo a morir. Pensarás que es muy obvio. Sí lo es. Te doy la razón.
¿Ejemplos?
Cuando voy en un avión y hay una turbulencia, tengo miedo a morir. O cuando estoy al borde de un precipicio y tengo miedo a caer y morir. Cuando no remo una ola de las grandes de la serie, es por miedo a morir. Etc, etc.
¿Qué sentido tiene que digamos: “Yo no temo a la muerte”, cuando estamos sanos, y alejados de la muerte?
Ninguno.
¿Cómo solucionarlo?
Ahora sí que no puedo contestarte de una forma clara y sencilla.
No quiero que parezca una respuesta fácil. Pero la respuesta está realmente dentro de tí. Dentro de tí hay un espacio donde todo lo que hemos comentado en este artículo no existe. Si logramos alcanzar este conocimiento, todo pasará. Y por lo tanto, la única respuesta que puedo darte a día de hoy, es que el camino que te lleva a la comprensión de ese espacio (Ser) es lo que nos liberará de todo sufrimiento. Y que para ello, tendrás que esforzarte. Tendrás que trabajar muy duro tu discernimiento a través de la práctica constante.
Yo lo hago. Joselito ha empezado a hacerlo. Y lo que sí te puedo asegurar, es que todos los que se han comprometido con el camino espiritual, y que yo conozca, consiguen vivir más en paz. Más conectados.
Y ahora una de mis frases preferidas.
Nada que perder y mucho que ganar.
Tono García
¡Comenta!
¡Comparte!
Cuantos más despertemos, mejor será el planeta.
Querido amigo, en respuesta a tú pregunta, mi principal fuente de sufrimiento esta causado por la propias pautas de mi mente. Ahora lo interesante, es, que hacer para cambiarlo cuando lo sabes? Se puede, pero requiere trabajo constante.
Querido Cristian,
Como dices, no hay un camino fácil ni rápido.
Todo pasa por ser constante en las prácticas que nos lleven a vivir en paz con nuestra mente.
Gracias por comentar
Muy buenos días y que grandes verdades, atracción y aversión, conocimiento vacío, el egoísmo que todos llevamos dentro y ese miedo a dejar de ser. Mucho para meditar y asimilar en tu reflexión Tono, mil gracias por tanto.
Me alegra poder causar esas ganas por reflexionar.
Cuenta conmigo para compartir palabras.
Un fuerte abrazo