Hoy en día vivimos desde un prisma que no nos permite ver el mundo desde su esencia real si no más bien desde un punto de vista superficial. Y justamente las redes sociales favorecen ese punto de vista superficial. Todos crean y creamos perfiles mostrando nuestras destrezas personales, físicas y profesionales. Todos mostramos una imagen que no corresponde con nuestro yo real. Porque ese yo nada tiene que ver con todo ese ruido. Con todas esas apariencias.
Hay algo más allá de lo superficial, que tiene que ser descubierto.
Introducción
Los que ya me conocéis, sabéis como soy. Como escribo. No escribo solo por placer, escribo para el mundo, para hacer florecer, para hacer despertar. Consciente de que no soy el responsable de nada, consciente de que nada depende de mí, pero tampoco de ti. Suena raro, ¿verdad? No depende de mí, pero tampoco de ti.
Empezamos.
El efecto de las redes sociales
Hoy te levantas. Abres los ojos, alargas la mano y “tachan”. La luz del teléfono es prácticamente la primera luz que reciben nuestros ojos. Desbloqueas y empiezas. Haces un rutinario recorrido a través de los diferentes canales por el cual alguien nos pueda haber contactado.
Vamos a hacerlo juntos. Que juntos mola más.
Empezamos por el WhatsApp. Grupo de la familia cercana. Padres y madres, hermanos y hermanas. Ahora al otro grupo de la familia más amplia. Primxs, tíxs, y sus relativos. Bien, han puesto algún mensaje sin mas, algún video “chorra” y todo parece que sigue en orden. Nadie a muerto, ni ha sufrido una catástrofe natural en su sitio de residencia. Vamos a escribir, no vayan a pensar que no les queremos.
Muy bien, ya lo tenemos.
Siguiente. Grupo de amigos de la infancia. Y el de colegas del trabajo, y el de amigos de universidad, y el que hicimos con los que conocimos de viaje por Indonesia, y el de natación, el de surf, el del máster que hice años atrás, y el del retiro de Yoga. Creo que no me dejo más. Ah no, espera, queda otro. El de grupo de la despedida de un amigo. Ahora sí, los tengo todos. El mundo está bien. Ninguna desgracia.
Ahora vamos a por Instagram. “¿Cuántos han visto mis stories? ¡Olé! Un poquito más de gente que ayer. Todo marcha de maravilla. Y encima la foto que subí ayer cenando en el restaurante más chulo de Valencia le ha gustado a mucha gente. Siempre que salgo con mi pareja en la foto triunfo más. Fíjate. Encima salgo con la camisa nueva que estrené ayer. Seguro que eso también influye. La gente me comenta. Tengo casi 30 comentarios. Le importo cada vez a más gente. Soy más popular. “
Hoy estás motivado. Vamos a ver qué tal por Telegram. Ahí sigues a varios grupos de emprendedores, finanzas, bolsa, trabajo y además otro de aventuras. Decides comentar en el de bolsa. Hay mucha gente en ese. Con un poco de suerte les gusta lo que comentas y te empiezan a seguir en las demás redes sociales. “A ver, ¿qué puedo poner para llamar su atención?”. No quieres pifiarla.
“Venga, voy a por ello. Voy a utilizar tecnicismos, que así verán lo inteligente que soy. Ahí voy: Los índices del mercado han arrancado a la baja, aún así tras el análisis propio (en realidad lo acabo de leer en otro grupo de Telegram), estimo que la tendencia va a cambiar y hoy cerraran en máximos de la semana. Vamos a por ello chicos, si hacemos una buena inversión podremos sacar mucha rentabilidad. Podéis seguirme en @investoranalizer.”
“Esto se trata de poner semillas. Seguro que crecerán y terminaras triunfando. Hay que ser constante en esto de las redes sociales”.
Vamos a seguir. Un poquito de LinkedIn, Snatchap, TikTok y por último a ver si alguien te ha enviado algún email importante.
Todo en orden. “Voy a tomar un cafecito y me voy a trabajar, que llego tarde.”
¿Os suena esta historia? ¿Creéis que es un perfil muy frecuente?
Seguimos.
¿Para qué las utilizamos?
Con este súper comienzo de mañana nos vamos a trabajar. “Me siento un poco aturdido. Estoy como con la mente dispersa. Otro café me ayudará. Voy a por él.”
Entre tarea y tarea, la mano se nos va inevitablemente al teléfono. Revisión rápida. Whatsapp, Insta, LinkedIn, Snatchap, TikTok, Gmail. Y vuelta a empezar. “Es posible que en los 30 segundos que hace que no veo la primera red social, alguien me haya escrito algo”. Y rueda que rueda. De repente nos hemos pasado unos cuantos minutos abriendo una detrás de otra.
Salgo a almorzar y mientras camino al bar, lo mismo. Revisión de todo. Y mientras me como un bocadillo y otro café, vuelvo a revisar.
¿No te parece una auténtica locura?
Casualmente, en mi caso particular, cuanto más desconectado estoy de mí mismo, más caigo en esa trampa del consumo excesivo e incluso absurdo de las redes. Es como cuando te encuentras de mal humor. ¿Qué consumes? ¿Te tomas una ensalada súper healthy o una pizza?
Las redes sociales son generalmente un refugio que utilizamos de forma compulsiva, dejados llevar por esa falta de comprensión de lo real y lo superficial. Creemos que ese mundo virtual nos va a llenar por dentro y llenando el vacío que por lo general sentimos dentro.
Pero cuanto más desconectados estamos, más redes consumimos y más basura ponemos en nuestros platos. Y la brecha se hace más y más grande cada vez. La brecha entre lo real, aquello que merece de nuestra atención y lo irreal, ficticio, superfluo, mundano, y que nos atrapas en sus redes “sociales” cada vez más.
“En el mundo real las personas pueden optar por comportarse como seres infrahumanos, pero la “red social” no es el mundo real de la sociedad”
Julie Wark.
Friending vs Befriending
Desconocía de estos conceptos hasta que leí el libro de Julie Wark, Manifiesto de los derechos humanos. No trata en exclusiva del tema de este artículo. Lo toca brevemente de una forma suficientemente impactante como para hacerme reflexionar y estar ahora escribiendo esto para ti y para mí. Repito. ¿Cuál es la diferencia?
Julie Wark me destapa estos dos conceptos que voy a explicar a continuación.
Friending consiste en la capacidad de añadir supuestos amigos virtuales con la única acción de un clic. Pero también de eliminarlos. Nos estamos tratando como meros números. Reflexionemos un poco sobre esto. Creo que es realmente importante.
Estamos añadiendo a personas. Repito, personas, como si fuesen una sola cifra. Como si detrás de ellas no existiese una condición humana. Un nuevo follower, un nuevo “amigo” en cualquier red social, o en cualquier otro medio, tiene una vida. Tiene unas inquietudes, unos sueños en el mejor de los casos y un sin fin de problemas, frustraciones, motivaciones y sentimientos varios.
“El software se ha convertido en un intermediario entre las personas que fomenta contactos superficiales y selectivos, en una actividad que normalmente consiste en intercambios de nimiedades irreflexivas.”
Julie Wark
Somos personas que no nos conocemos de nada o prácticamente nada. Puede ser que en términos de ampliar la red para posibles colaboraciones y/o negocios, pueda tener algún sentido. Pero para un mero contacto con lo superfluo, en el cual no se transmiten valores de ningún tipo, más que una fachada decorada con los mejores azulejos, no se lo encuentro.
El grave problema viene de que esos contactos superficiales y generalmente vacíos se han convertido en nuestro pasatiempos más consumido. Estamos esperando al autobús…”voy a ver el instagram”. Estamos esperando a que nos sirvan un plato de comida, “una revisión rápida de redes”. Y así la gran mayoría.
Así nos encontramos alimentando a un sistema que no tiene pureza. Que no sirve para nada, generalmente. Y digo generalmente, porque después de todo, el mero hecho de ser el escaparate con más visualizaciones, hace que pueda ser utilizado para justamente lo contrario. Para no mostrar más escaparates. Para mostrar vidas reales, actos reales, personas reales, reflexiones reales, hechos reales. En este pretexto podría ser válida bajo mi criterio. En cualquier otro…me cuesta verlo.
El Befriending por otro lado, es la amistad. Relaciones reales, que pretenden ayudar, comprender, amar a la otra persona. Eso es lo que cuenta. Y seguro que estarás conmigo en esto. No podemos tener 5K amigos reales. Nuestro círculo no puede ser muy amplio. No tenemos esa capacidad temporal.
Conclusión
“Ese artificio, esa falsa idea de amistad, no es más que un cebo que ponen los señores de las nubes para atraer a hipotéticos anunciantes que algún día podrían aparecer”
Jaron Lanier
Si en el plano virtual no pagas por algo, el producto generalmente sueles ser tú. Y ojo, no digo que no sea válido. Tenemos que vender nuestros servicios y productos, porque tenemos que vivir de algo. Dinero tendremos que ganar. Yo mismo he utilizado la publicidad de Facebook para promocionar servicios. Es un medio para ello.
Lo que considero esencial es que seamos conscientes de lo que sucede ahí fuera. Que los algoritmos nos enganchan para que otras personas, que paguen a esas redes sociales puedan promocionarse. Si lo sabes, y lo entiendes, me doy por satisfecho.
Que comprendas que lo que cuentan son las personas y no los números. Que lo que cuenta es sentarse a ver la luna, un atardecer, un amanecer. Ver el mar y sus olas rompiendo. Sentir el aire fresco en nuestra cara. Reír y llorar rodeados de seres humanos que nos comprenden y entienden. Estar rodeados de personas que quieren hacer de este mundo un mundo mejor, aportando un valor real a los demás. Tocarnos, sentirnos. Sentir el suspiro en tu piel. El verde de los árboles, el gris de un cielo nublado y el contacto de tus pies descalzos con la tierra.
Todo eso y mucho más ¿dónde se podrá encontrar? ¿Y si rompemos la Red, para quedarnos con lo Social? Con lo humano, con lo real.
Ahora ya que cada uno decida.
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Cuantos más despertemos, mejor será el planeta.